Declaración del Foro Mundial de Pueblos Pescadores (WFFP)
Día Mundial de la Pesca, 21 de noviembre de 2020
Nosotros, el Foro Mundial de Pueblos Pescadores, quienes representamos a más de 10 millones de pescadores a pequeña escala, incluyendo a pueblos indígenas de regiones costeras y de interior de 54 países y todos los continentes, celebramos el Día Mundial de la Pesca inmersos en la peor crisis que ha vivido la humanidad. Aun cuando nuestras comunidades se enfrentan a tiempos duros y pérdidas irreparables, aprovechamos este día para celebrar con orgullo nuestro movimiento mundial, con toda su diversidad de culturas y modos de sustento y tradiciones, y para recordar a nuestros líderes que ya no están, cuyas luchas marcaron la senda a seguir y cuyos pasos seguiremos en nuestra lucha por la vida, la dignidad y los derechos humanos de todos los pueblos pescadores.
El pescado como alimento vital en la crisis de la COVID-19
La pandemia del Coronavirus ha golpeado duro a las personas trabajadoras, incluyendo a los pescadores a pequeña escala, en todos los rincones del mundo. En algunos lugares, los efectos socio-económicos de la COVID-19 han sido incluso peores que los impactos biomédicos y, a pesar de la situación, los esfuerzos de los gobiernos en materia de apoyo y alivio tienden a dejar fuera a las clases trabajadoras pobres, incluyendo a los pescadores a pequeña escala, y no alcanzan a aquellas personas que más lo necesitan. El acceso a una sanidad adecuada es insuficiente; muchos pescadores a pequeña escala, cuya supervivencia está en riesgo, se ven atrapados por la falta de acceso a la sanidad, por la pérdida de su trabajo y medios de sustento, y por los confinamientos draconianos.
Los duros confinamientos están impidiendo a los pescadores salir a pescar en muchos países; los puntos de desembarque del pescado permanecen cerrados, el transporte está alterado, sin hielo para almacenar su pescado ni mercados ni vendedores, y la demanda del pescado se ha reducido junto con un menor poder adquisitivo de las personas trabajadoras. Los pescadores a pequeña escala siguen pescando para poder sobrevivir, pero son criminalizados por ejercer su derecho. Algunos gobiernos están adoptando reformas políticas que restringen aún más nuestra participación en la toma de decisiones y nuestro acceso a las masas de agua y territorios costeros.
Al mismo tiempo, 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo se unirán a las filas de aquellas que pasan hambre por los efectos de la pandemia de la COVID-19. Cada vez son más las voces que exigen una transformación de los sistemas alimentarios para garantizar unas dietas sanas y asequibles. Y aquí, los pescadores a pequeña escala son decisivos. Somos una parte esencial de la solución a esta crisis porque brindamos pescado saludable y nutritivo, y somos la fuente de ingresos y el modo de sustento para millones de personas en el mundo.
Continuamos luchando contra la catástrofe climática
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático sigue alertando del daño irreparable a los mares y a las masas de aguas continentales. El aumento en el nivel del mar, las tormentas tropicales, la acidificación de los mares y el blanqueamiento del coral están incidiendo de manera muy negativa en los ciclos de la vida y en los modos de sustento de las comunidades pesqueras. A pesar de las promesas de los gobiernos para reducir las emisiones de carbono y alcanzar las metas del Acuerdo de París, y del creciente debate sobre “Nuevos Pactos Verdes”, las acciones van en la dirección opuesta. Somos testigos de una expansión aun mayor de las actividades mineras, exploración de petróleo y gas en nuestros territorios, mares y aguas continentales. Se sigue promocionando a otros sectores que son responsables de una enorme emisión de dióxido de carbono y se les da la etiqueta de “verdes”. Se habla de turismo medioambientalmente sostenible aunque los desplazamientos en avión siguen siendo un contribuidor importante a la catástrofe climática. La emisión de Bonos Azules para la creación de Zonas Marinas Protegidas apenas logra nada, o muy poco, para reducir las emisiones. Estas zonas no absorben más dióxido de carbono por el mero hecho de ser Zonas Marinas Protegidas. Pero esa consideración permite que en ellas se lleven a cabo (aún más) extracción de recursos no renovables por parte de grandes empresas inversionistas.
Mientras, los pescadores a pequeña escala se ven cada vez más arrinconados. Nuestras comunidades pesqueras se están viendo duramente afectadas por desastres naturales que no hacen más que empeorar y se les expropian sus bienes para dar paso a grandes infraestructuras y proyectos conservacionistas por el bien del desarrollo económico y la adaptación al cambio climático.
Como guardianes de nuestras zonas de pesca costeras y continentales, nosotros ayudamos a enfriar el planeta, a proteger nuestros lagos y mares, y a mantener unos ecosistemas marinos y una biodiversidad saludables. Nuestros métodos de pesca, los saberes tradicionales e indígenas y la sabiduría transmitida de generación en generación tan arraigadas en nuestra cultura pesquera son la espina dorsal para preservar la naturaleza y la vida para las generaciones futuras.
Nuevas oleadas de capital invaden los mares
La crisis económica ha empujado al capital a explorar las últimas fronteras del planeta –sus mares y aguas continentales. En nombre del “desarrollo” y la “creación de empleo”, ahora se promociona el mal llamado “crecimiento azul” como el gran salvador. Los gobiernos nacionales, las instituciones intergubernamentales y el mudo empresarial han desatado una miríada de nuevas iniciativas “azules” acompañadas de unas inversiones de capital sin precedentes en sectores bien establecidos como el petróleo y el gas, el desarrollo de puertos, el transporte marítimo y el turismo, y también en sectores nuevos como la exploración minera de los fondos marinos, las ciudades inteligentes y la bioingeniería. Hay instituciones corporativas tales como el Consejo Mundial de los Océanos y el Foro Económico Mundial, e iniciativas gubernamentales como el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, que se afanan en dar forma a la futura gobernanza de los mares. Se pregona la ordenación del territorio marino como la vía para que todas las “partes interesadas” puedan resolver los conflictos sobre el derecho al acceso y para decidir cómo deben gobernarse los mares. Pero nuestra experiencia con la ordenación del territorio marino nos dice que poco o nada pueden decir los titulares de derechos sobre quiénes deberían tener derechos sobre los recursos y los territorios y para qué finalidad. A menudo nos llaman a participar en iniciativas “azules”, pero sólo después de que se hayan decidido las agendas y los rumbos políticos, y nuestra participación allí sólo sirve para marcar la casilla de la “participación” de los procesos de múltiples partes interesadas y darles legitimidad. Al mismo tiempo, las personas que trabajan en la pesca a pequeña escala siguen siendo criminalizadas y desposeídas como consecuencia directa de lo que se denomina como el desarrollo de la economía oceánica. Tres décadas después del nacimiento de la Agenda para la Sostenibilidad de las Naciones Unidas, dos décadas después de que se pusiera de moda el concepto del crecimiento verde y, ahora, una década después de que se empezara hablar de la economía azul, seguimos sin ver señales de que los gobiernos respeten los derechos de los pueblos pescadores.
Hacemos un llamado a nuestros gobiernos
En este Día Mundial de la Pesca, seguimos luchando por nuestros derechos humanos, por nuestro derecho a pescar y a tener accesos a nuestros territorios; por nuestro derecho a mantener nuestros modos de sustento para los hombres, las mujeres, y las juventudes que practicamos la pesca a pequeña escala. Exigimos el resarcimiento climático, la restauración de la naturaleza, la restitución de los derechos que nos han quitado. Apelamos a nuestros gobiernos para que reconozcan nuestro papel esencial para erradicar la pobreza y el hambre y les recordamos que, por cifras, somos el segmento más grande de todas las personas trabajadoras que dependen de los mares y de las aguas continentales como fuente de sustento y de ingresos.
Luchamos para la adopción de las Directrices sobre la Pesca a Pequeña Escala y exigimos a nuestros gobiernos que trabajen codo a codo con nuestros miembros para que se apliquen con el espíritu con el que fueron aprobadas.
Apelamos a la FAO para que siga apoyando el Marco Estratégico Mundial para ayudar en la aplicación de las Directrices PPE (PPE-MEM) reafirmando a los pescadores a pequeña escala como agentes reales del cambio.
Firmado:
Nadine Nembard (Secretaria General), Christiana Louwa y Moisés Osorto (Copresidentes)
En nombre del Foro Mundial de Pueblos Pescadores (WFFP)
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